Los vascongados : su país, su lengua y el príncipe L.L. Bonaparte.. / por el Sr. Miguel Rodriguez-Ferrer; con una introducción del Sr. Antonio Cánovas del Castillo

Autor

Rodríguez Ferrer, Miguel (1815-1889)
Cánovas del Castillo, Antonio (1828-1897) (prologuista)

Título

Los vascongados : su país, su lengua y el príncipe L.L. Bonaparte.. / por el Sr. Miguel Rodriguez-Ferrer; con una introducción del Sr. Antonio Cánovas del Castillo

Descripción

Contiene referencia específica a Iparraguirre en la página 187 de la edición impresa, en el apartado correspondiente al ritmo de los zortzicos en "Música y bailes".

Colaborador

Cánovas del Castillo, Antonio (1828-1897) (prologuista)

Tipo

Libro

Fecha

1873

Idioma

Español

Identificador

162

Fuente

Koldo Mitxelena

Tipo de elemento

book

Call Number

21163

Code

9PQFVEFS

Fecha

1873

Etiqueta

Civilización
Euskadi

Num Pages

LIX +348 p.; 26 cm

Place

Madrid

Texto

"En nuestros días, cierto trovador ó koblakari, Iparraguirre (1), vasco versulari, cuyas improvisaciones favorecían las circunstancias políticas (2), los cantaba al aire libre, y con su acción y con su hermosa voz de barítono, electrizaba a las multitudes. Así es, que el zortzico viene a ser para los vascongados, lo que la Marsellesa para los franceses, y el Godsave the Keen (sic) para los ingleses. El zortzico, por último, parece ser segun otros escritores un resto de las danzas pirricas españolas, y revela todo su carácter guerrero, cuando se baila segun hemos visto en las ua anticuadas Espatadantzas"...

(1) Iparraguirre nació en Idiazabal por 1820, segun mis noticias, y murió hace años en América. Segun decia, salió de su casa para ir a la escuela, y no volvió a ella hasta después del convenio de Vergara. Su madre entonces le preguntó: ¿Es esta hora de volver de la escuela...? Después recorrió las comarcas de España y Francia, emigró, tuvo naufragios, y toda una vida agitada a la que se refiere en sus canciones y zortzicos.

(2) Semejante improvisador recorría estas montañas, cuando uno de nuestros partidos políticos hizo armas de oposición en la prensa y en las capitales de estas cuatro provincias, suponiendo que no se iban a respetar los fueros, ni la ley del convenio de Vergara; y entonces fue, cuando compuso la letra y música de su cación Garnicaco arbola (sic), la que cantaba con tal vigor, que al entonar la frase de uno de sus versos, prosternémonos todos, subyugada la concurrencia, prosternábase en el suelo como un solo hombre, o tiraba al alto sus boinas en señal de su patriótica decisión. ¡Desgraciadamente desde esta época, se inoculó en el país vasco el furor de sus divisiones políticas, cuyos partidos vienen sucesivamente agitando la antigua y reposada superficie de la de sus antiguos fueros, que tan distantes debieran haber estado siempre de nuestras oscilaciones y desdichas...!